EL BAR VIIIExisten 6.720.000.000 habitantes en el mundo, por lo tanto, hay, prácticamente, infinitas posibilidades de aventuras amorosas. Es por esto que es indispensable no estar enterados de que ningún amor es más que otro y que tenemos acceso a millones de ellos. De este modo podemos creer que cada uno de ellos es único, eterno y especial. Aunque, de hecho, lo son.
El Hombre Sabio se sentó en silencio. El loro dijo:
—El amor es una puerta y un beso es la llave. Eso explica el fervor amoroso de todos los parroquianos. Y el carácter efímero de todos los romances. Aquí nos amamos a paso de búsqueda. Sólo nos detenemos a mirar al otro el tiempo indispensable para saber que no es el que buscábamos. Sin embargo, cada elección incorrecta refuerza la esperanza del amante desengañado.
El secreto está en no comprender, en no advertir que no importa cómo se repartan las parejas. Ningún amor está por encima de los demás y todas las llaves están falseadas. Pero conviene no saberlo.
Un amorío de 30 segundos puede ser eterno si queremos, y creemos. Mientras que uno que aceptamos como eterno puede ser banal.
Yo mismo me jacto de tener una cerradura vieja, algo usada y fácil de abrir debido a su carácter genérico.
Sí, me jacto, no me lamento.
4 comentarios:
Pero las cerraduras viejas pueden estar así por el constante uso que les das. Acordate que uno vive los amores que se anime a transitar. Sólo esos amores que uno se dá permiso. Un abrazo, Diego
Pero conviene no saberlo... También me jacto y no me lamento :)
Beso Marion! x
Es cierto, están así por el uso. Y la verdad que tengo libre tránsito, sin siquiera semáforos. Pero sí, conviene no saberlo y creerlos únicos a cada uno de ellos.
me encantó.
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